Al llover
sobre lagos inhabitados,
crece su volumen y crece su silencio
tras haberse alimentando del agua.
Así también se humedecen nuestros huesos
al hundirse en un cuerpo sin vida.
Hinchados por la sangre
crecen en tamaño y crecen en silencio.
Crecen con nosotros,
hasta que podamos adornar
nuestro cuerpo mudo.
martes, 24 de noviembre de 2009
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1 comentario:
Veo que no te quedás atrás en la versión culta de la campaña contra el dengue...
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